En las últimas décadas y especialmente en las sociedades occidentales, hanvenido sucediendo en forma cada vez más acelerada,cambios como la modernización de la tecnología, el mayor acceso a la informática y a la televisión que, si bien traen muchos beneficios en relación al entretenimiento y la comodidad, atentan contra la vida activa. Por otro lado, en el mercado actual, hay una proliferación de productos ricos en grasas y azúcares a costos accesibles y de consumo directo o rápida preparación, con envases llenos de colores, que llaman especialmente la atención de los más pequeños. La conjunción de estas situaciones da como resultado el aumento alarmante del sobrepeso en la población, incluidos los niños.
La problemática del sobrepeso y la obesidad en la infancia reside en que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes tipo II, que se observan a edades cada vez más tempranas.
Además, los niños con sobrepeso presentan una mayor probabilidad que el resto de ser adultos obesos y esta relación aumenta conforme va aumentando la edad: Se estima que el riesgo es del 14 % si el niño es obeso a los 6 meses de vida, del 40 % si lo es a los 7 años, del 70 % a los 10 años y del 80 % si lo es en la adolescencia.
También, debemos tener presente la fuerte relación entre la genética y el ambiente, ya que es habitual observar en familias donde hay un niño con un peso excesivo para su edad, talla y sexo (según lo referido por un especialista), algún otro miembro de la misma que también tiene sobrepeso. Esto nos da la pauta que, si bien la susceptibilidad a la obesidad está determinada principalmente por factores genéticos, es el ambiente quien permite la expresión de estos genes.
Entonces, ¿cómo podemos hacer para modificar el ambiente en el que vivimos?
En realidad no podemos modificar el mercado de consumo actual, ni las publicidades que incitan a la ingesta, pero lo que podemos y debemos hacer es modificar “nuestro ambiente” brindando a nuestros hijos una alimentación variada, completa, acorde a su edad y a sus necesidades de crecimiento.
Para prevenir esta enfermedad, resulta prioritario implementar una alimentación saludable desde las primeras etapas de la vida, pero si nos encontramos ante un niño que ya sufre de sobrepeso, todavía hay muchas cosas que podemos hacer para evitar que llegue a la obesidad y así mejorar su calidad de vida actual y futura. Aquí se expondrán pautas básicas y generales, que pueden servir como un primer paso hacia una alimentación saludable. De ninguna manera reemplazan la consulta nutricional.
-El desayuno no puede faltar. A través de un desayuno adecuado (preferentemente en casa y con leche, algo de pan y fruta) el niño repondrá energías necesarias para afrontar las exigencias del día. Lo mejor es implementar este hábito en familia.
-No saltear comidas. Es importante que el niño realice al menos cuatro comidas al día (desayuno, almuerzo, merienda y cena, 00); esto le permitirá estabilizar su ingesta para no llegar con un hambre atroz a la mesa.
-Incluir vegetales variados en almuerzo y cena. Comenzar de a poco, incorporando el vegetal nuevo a comidas ya aceptadas por el niño, incluyéndolo en preparaciones que consuma toda la familia.
-Preferir la fruta fresca como postre o colación entre comidas.
-Utilizar leche parcialmente descremada. Ya a partir de los dos años se recomienda su consumo, especialmente en niños con sobrepeso.
-Limitar la ingesta de pan o galletitas en las comidas principales. Reservarlos para desayuno y merienda, cuidando la cantidad que se ingiera.
-Tratar de evitar las “calorías vacías” presentes en gaseosas, jugos azucarados (en polvo y concentrados), caramelos, chicles, etc.
-Moderar la ingesta de golosinas como alfajores, chocolates, galletitas dulces, etc. Si bien no hay que prohibirlos, es recomendable que se consuman esporádicamente y en cantidad moderada.
-Reservar los snacks salados como (papas fritas, palitos, etc.) para cumpleaños u ocasiones especiales.
-Moverse más.
La problemática del sobrepeso y la obesidad en la infancia reside en que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como hipercolesterolemia, hipertensión, diabetes tipo II, que se observan a edades cada vez más tempranas.
Además, los niños con sobrepeso presentan una mayor probabilidad que el resto de ser adultos obesos y esta relación aumenta conforme va aumentando la edad: Se estima que el riesgo es del 14 % si el niño es obeso a los 6 meses de vida, del 40 % si lo es a los 7 años, del 70 % a los 10 años y del 80 % si lo es en la adolescencia.
También, debemos tener presente la fuerte relación entre la genética y el ambiente, ya que es habitual observar en familias donde hay un niño con un peso excesivo para su edad, talla y sexo (según lo referido por un especialista), algún otro miembro de la misma que también tiene sobrepeso. Esto nos da la pauta que, si bien la susceptibilidad a la obesidad está determinada principalmente por factores genéticos, es el ambiente quien permite la expresión de estos genes.
Entonces, ¿cómo podemos hacer para modificar el ambiente en el que vivimos?
En realidad no podemos modificar el mercado de consumo actual, ni las publicidades que incitan a la ingesta, pero lo que podemos y debemos hacer es modificar “nuestro ambiente” brindando a nuestros hijos una alimentación variada, completa, acorde a su edad y a sus necesidades de crecimiento.
Para prevenir esta enfermedad, resulta prioritario implementar una alimentación saludable desde las primeras etapas de la vida, pero si nos encontramos ante un niño que ya sufre de sobrepeso, todavía hay muchas cosas que podemos hacer para evitar que llegue a la obesidad y así mejorar su calidad de vida actual y futura. Aquí se expondrán pautas básicas y generales, que pueden servir como un primer paso hacia una alimentación saludable. De ninguna manera reemplazan la consulta nutricional.
-El desayuno no puede faltar. A través de un desayuno adecuado (preferentemente en casa y con leche, algo de pan y fruta) el niño repondrá energías necesarias para afrontar las exigencias del día. Lo mejor es implementar este hábito en familia.
-No saltear comidas. Es importante que el niño realice al menos cuatro comidas al día (desayuno, almuerzo, merienda y cena, 00); esto le permitirá estabilizar su ingesta para no llegar con un hambre atroz a la mesa.
-Incluir vegetales variados en almuerzo y cena. Comenzar de a poco, incorporando el vegetal nuevo a comidas ya aceptadas por el niño, incluyéndolo en preparaciones que consuma toda la familia.
-Preferir la fruta fresca como postre o colación entre comidas.
-Utilizar leche parcialmente descremada. Ya a partir de los dos años se recomienda su consumo, especialmente en niños con sobrepeso.
-Limitar la ingesta de pan o galletitas en las comidas principales. Reservarlos para desayuno y merienda, cuidando la cantidad que se ingiera.
-Tratar de evitar las “calorías vacías” presentes en gaseosas, jugos azucarados (en polvo y concentrados), caramelos, chicles, etc.
-Moderar la ingesta de golosinas como alfajores, chocolates, galletitas dulces, etc. Si bien no hay que prohibirlos, es recomendable que se consuman esporádicamente y en cantidad moderada.
-Reservar los snacks salados como (papas fritas, palitos, etc.) para cumpleaños u ocasiones especiales.
-Moverse más.
Es fundamental que el niño con sobrepeso realice actividad física pautada y varias veces por semana. Lo mejor es que practique un deporte que le guste en algún club o gimnasio.
En relación a la adquisición de hábitos alimentarios saludables, pilar básico de un crecimiento adecuado y una mejor calidad de vida, es importante que toda la familia esté dispuesta a involucrarse en ello, pues es extremadamente difícil que un niño mantenga un tipo de alimentación si en su ambiente inmediato se realiza otro. Resulta indispensable la colaboración de todo el grupo familiar si se busca obtener resultados que se mantengan en el tiempo. Para lograr cambios de hábitos que perduren, es importante comenzar modificando una cosa a la vez, cuando este cambio logra ser aceptado e incorporado como conducta, recién pasar al siguiente. Si se pone como objetivo modificar drásticamente el estilo de alimentación de un día para el otro, sólo generará ansiedad y frustración en el niño.
Para finalizar, quisiera destacar que el excesivo control de los padres sobre la ingesta del niño, el uso de alimentos como premio o recompensa, el obligarlo terminar el plato de comida servido, son actitudes que alteran la capacidad autorregulación de la ingesta que posee el niño, por lo que serían factores que predisponen al sobrepeso y lo perpetúan.
El mejor “tratamiento” que puede recibir un niño con sobrepeso es el acompañamiento familiar y profesional en el camino hacia un estilo de vida saludable, que sean valorados sus logros y se lo ayude a afrontar las dificultades que surjan.
En relación a la adquisición de hábitos alimentarios saludables, pilar básico de un crecimiento adecuado y una mejor calidad de vida, es importante que toda la familia esté dispuesta a involucrarse en ello, pues es extremadamente difícil que un niño mantenga un tipo de alimentación si en su ambiente inmediato se realiza otro. Resulta indispensable la colaboración de todo el grupo familiar si se busca obtener resultados que se mantengan en el tiempo. Para lograr cambios de hábitos que perduren, es importante comenzar modificando una cosa a la vez, cuando este cambio logra ser aceptado e incorporado como conducta, recién pasar al siguiente. Si se pone como objetivo modificar drásticamente el estilo de alimentación de un día para el otro, sólo generará ansiedad y frustración en el niño.
Para finalizar, quisiera destacar que el excesivo control de los padres sobre la ingesta del niño, el uso de alimentos como premio o recompensa, el obligarlo terminar el plato de comida servido, son actitudes que alteran la capacidad autorregulación de la ingesta que posee el niño, por lo que serían factores que predisponen al sobrepeso y lo perpetúan.
El mejor “tratamiento” que puede recibir un niño con sobrepeso es el acompañamiento familiar y profesional en el camino hacia un estilo de vida saludable, que sean valorados sus logros y se lo ayude a afrontar las dificultades que surjan.
Aclaración: Este artículo se refiere a pautas básicas de alimentación, aplicables a niños con un ligero sobrepeso, cuyos hábitos alimentarios son poco saludables y pudieran perjudicarlos en un futuro. El diagnóstico y tratamiento del sobrepeso u obesidad en el niño deben ser abordados en forma interdisciplinaria, donde el pediatra evaluará posibles causas de esta patología para descartar enfermedades de base como hipotiroidismo, etc. y el Licenciado en Nutrición realizará el asesoramiento nutricional correspondiente.
Fuente: Asoc. Arg. de Dietistas y Nutricionistas - Artículo de la Lic. María Florencia Spirito
MN 3929
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