Orientaciones generales
Se pueden establecer una serie de consideraciones y recomendaciones para evitar los abandonos de los deportistas con menos habilidad o que no alcanzan la maestría del resto del grupo. De esta forma es posible lograr que la actividad física competitiva constituya una experiencia positiva para la mayoría de los niños en la etapa de su desarrollo psicosocial.
Énfasis en la ejecución y no en los resultados. Para Cruz (1987), los adultos han de insistir ante los jóvenes deportistas en la mejora y en el progreso de la ejecución y han de quitar importancia a la victoria y a la derrota. Se trata de lograr atletas orientados a la ejecución y al dominio de las tareas motoras del deporte que practican. Estos niños pueden salir airosos en cualquier situación, atribuirán el logro de sus objetivos personales al entrenamiento continuado; y así podrán mejorar la percepción de su propia habilidad. De este modo, a través de comparaciones con estándares personales de progreso, considerarán de forma positiva y motivadora una competición en la que incluso obtienen escasas victorias. En cambio, cuando los mayores hacen hincapié, ante todo, en lo importante que es ganar, se crean deportistas orientados a los resultados. Estos jóvenes deportistas evalúan su habilidad en función de procesos de comparación social. Cuando las comparaciones les resultan desfavorables, como por ejemplo, obtener peor marca que un compañero o perder a menudo, llegan a la conclusión de que su habilidad para el deporte es escasa y lo abandonan.
En esta línea, Guillén (2004) indica que el énfasis por los resultados y la excelencia del sujeto que se da en la sociedad actual, y más concretamente en el deporte de alta competición, ha sido trasladado, consciente o inconscientemente, por los medios de comunicación a los padres, entrenadores, técnicos y a los propios niños y jóvenes. Esto ha dado lugar a que sus competiciones resulten estresantes y no respondan a sus intereses, pues no encuentran en muchos casos lo que buscan, ya que en las mismas se están primando los resultados sobre cualquier otra cosa.
Se pueden establecer una serie de consideraciones y recomendaciones para evitar los abandonos de los deportistas con menos habilidad o que no alcanzan la maestría del resto del grupo. De esta forma es posible lograr que la actividad física competitiva constituya una experiencia positiva para la mayoría de los niños en la etapa de su desarrollo psicosocial.
Énfasis en la ejecución y no en los resultados. Para Cruz (1987), los adultos han de insistir ante los jóvenes deportistas en la mejora y en el progreso de la ejecución y han de quitar importancia a la victoria y a la derrota. Se trata de lograr atletas orientados a la ejecución y al dominio de las tareas motoras del deporte que practican. Estos niños pueden salir airosos en cualquier situación, atribuirán el logro de sus objetivos personales al entrenamiento continuado; y así podrán mejorar la percepción de su propia habilidad. De este modo, a través de comparaciones con estándares personales de progreso, considerarán de forma positiva y motivadora una competición en la que incluso obtienen escasas victorias. En cambio, cuando los mayores hacen hincapié, ante todo, en lo importante que es ganar, se crean deportistas orientados a los resultados. Estos jóvenes deportistas evalúan su habilidad en función de procesos de comparación social. Cuando las comparaciones les resultan desfavorables, como por ejemplo, obtener peor marca que un compañero o perder a menudo, llegan a la conclusión de que su habilidad para el deporte es escasa y lo abandonan.
En esta línea, Guillén (2004) indica que el énfasis por los resultados y la excelencia del sujeto que se da en la sociedad actual, y más concretamente en el deporte de alta competición, ha sido trasladado, consciente o inconscientemente, por los medios de comunicación a los padres, entrenadores, técnicos y a los propios niños y jóvenes. Esto ha dado lugar a que sus competiciones resulten estresantes y no respondan a sus intereses, pues no encuentran en muchos casos lo que buscan, ya que en las mismas se están primando los resultados sobre cualquier otra cosa.
Respetar los motivos del atleta para participar
Hay que hacer esfuerzos para estructurar el ambiente y así satisfacer las necesidades del atleta. Los motivos que dan muchos niños para su participación como son "conocer a gente", "estar con los amigos" y "divertirse" nos indican que el aspecto social del deporte es muy importante, y que resulta fundamental facilitar la interacción entre los sujetos, aunque se trate de deportes individuales, mediante actividades después de los entrenamientos y competiciones, para que no sea todo tan repetitivo y monótono (Snyder, 1996).
El abandono de la práctica deportiva muestra una relación importante con el síndrome de burnout, entendido como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal (Maslach y Jackson, 1981).Según Garcés de los Fayos (1993, 2004), y sobre el fenómeno del burnout, éste sería un problema que radica en la organización social, por lo que sugiere la necesidad de implantar estrategias de intervención dirigidas a modificar:
Las relaciones sociales asociadas con la participación deportiva de élite.
La cantidad de control que se ejerce sobre los jóvenes deportistas en relación a su vida, dentro y fuera del deporte.
La falta de habilidad que los jóvenes deportistas tienen para valorar críticamente por qué participan en el deporte y cómo la participación deportiva ata el resto de sus vidas.
La organización social de los programas deportivos de alto rendimiento y las condiciones de entrenamiento y competición en dichos programas.
La organización en los clubes, y el planteamiento de entrenadores y familiares, ocasiona en los deportistas jóvenes unas presiones sociales que pueden derivar en la aparición de las características de este síndrome. Y es que debemos meditar sobre el contexto social como fuente estresora principal.
Una serie de aplicaciones para la mejora de la motivación, que habría que tener en cuenta se plasman en los siguientes puntos de forma muy general:
Existe una multitud de características que hacen divertido el deporte, y muchas de ellas son comunes a través de los diferentes contextos deportivos. Aunque una característica particular puede ser más significativa para un individuo que para otro, en realidad hay muchas ocasiones de experimentar esta emoción positiva en el deporte (Scanlan y Simons, 1995).
El logro y su reconocimiento son divertidos, aunque es algo frecuentemente olvidado. Este se puede experimentar después de acabar la práctica, como se realizan comentarios con los compañeros. Esta concepción reconoce que hay diversión en la sensación de logro percibido y no mientras se realiza la tarea (Scanlan y Simons, 1995).
Las fuentes de divertimento no relacionadas con el logro demuestran la riqueza potencial de la experiencia deportiva, y el amplio significado que puede tener para los participantes. Por ejemplo, las interacciones con los amigos del equipo pueden ser importantes para el mantenimiento de los participantes dentro del deporte a largo plazo (Scanlan y Simons, 1995).
Las fuentes de divertimento relacionadas directamente con el movimiento en sí mismo, como las sensaciones de movimiento, podrían ser la clave de la atracción del individuo hacia el escenario de un deporte en particular sobre otros. Otras fuentes específicas derivadas del movimiento, junto con la capacidad física, características exclusivas del deporte y las actividades físicas, podrían ser fundamentales para la implicación inicial y continuada en estos.
Los contenidos y objetivos de los entrenamientos se han de adaptar a las capacidades del niño y no viceversa. No debemos "subcargar" a los atletas más capacitados, ni sobrecargar a los que tienen menos habilidad en la disciplina deportiva que les ocupe (Fuentes, 2003).
Una tarea pierde sentido para los niños cuando éste no entiende su necesidad, por eso la explicación de los objetivos de cada ejercicio y cada gesto técnico o comportamiento táctico es fundamental para su motivación y asimilación. La división de los modelos motores complejos en partes reconocibles y valorables para los niños que entrenan y la revalorización de los objetivos motrices parciales y rudimentarios, respecto a objetivos motrices detallados y finos, son estrategias que podemos seguir (Fuentes, 2003).
Hay que hacer esfuerzos para estructurar el ambiente y así satisfacer las necesidades del atleta. Los motivos que dan muchos niños para su participación como son "conocer a gente", "estar con los amigos" y "divertirse" nos indican que el aspecto social del deporte es muy importante, y que resulta fundamental facilitar la interacción entre los sujetos, aunque se trate de deportes individuales, mediante actividades después de los entrenamientos y competiciones, para que no sea todo tan repetitivo y monótono (Snyder, 1996).
El abandono de la práctica deportiva muestra una relación importante con el síndrome de burnout, entendido como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y reducida realización personal (Maslach y Jackson, 1981).Según Garcés de los Fayos (1993, 2004), y sobre el fenómeno del burnout, éste sería un problema que radica en la organización social, por lo que sugiere la necesidad de implantar estrategias de intervención dirigidas a modificar:
Las relaciones sociales asociadas con la participación deportiva de élite.
La cantidad de control que se ejerce sobre los jóvenes deportistas en relación a su vida, dentro y fuera del deporte.
La falta de habilidad que los jóvenes deportistas tienen para valorar críticamente por qué participan en el deporte y cómo la participación deportiva ata el resto de sus vidas.
La organización social de los programas deportivos de alto rendimiento y las condiciones de entrenamiento y competición en dichos programas.
La organización en los clubes, y el planteamiento de entrenadores y familiares, ocasiona en los deportistas jóvenes unas presiones sociales que pueden derivar en la aparición de las características de este síndrome. Y es que debemos meditar sobre el contexto social como fuente estresora principal.
Una serie de aplicaciones para la mejora de la motivación, que habría que tener en cuenta se plasman en los siguientes puntos de forma muy general:
Existe una multitud de características que hacen divertido el deporte, y muchas de ellas son comunes a través de los diferentes contextos deportivos. Aunque una característica particular puede ser más significativa para un individuo que para otro, en realidad hay muchas ocasiones de experimentar esta emoción positiva en el deporte (Scanlan y Simons, 1995).
El logro y su reconocimiento son divertidos, aunque es algo frecuentemente olvidado. Este se puede experimentar después de acabar la práctica, como se realizan comentarios con los compañeros. Esta concepción reconoce que hay diversión en la sensación de logro percibido y no mientras se realiza la tarea (Scanlan y Simons, 1995).
Las fuentes de divertimento no relacionadas con el logro demuestran la riqueza potencial de la experiencia deportiva, y el amplio significado que puede tener para los participantes. Por ejemplo, las interacciones con los amigos del equipo pueden ser importantes para el mantenimiento de los participantes dentro del deporte a largo plazo (Scanlan y Simons, 1995).
Las fuentes de divertimento relacionadas directamente con el movimiento en sí mismo, como las sensaciones de movimiento, podrían ser la clave de la atracción del individuo hacia el escenario de un deporte en particular sobre otros. Otras fuentes específicas derivadas del movimiento, junto con la capacidad física, características exclusivas del deporte y las actividades físicas, podrían ser fundamentales para la implicación inicial y continuada en estos.
Los contenidos y objetivos de los entrenamientos se han de adaptar a las capacidades del niño y no viceversa. No debemos "subcargar" a los atletas más capacitados, ni sobrecargar a los que tienen menos habilidad en la disciplina deportiva que les ocupe (Fuentes, 2003).
Una tarea pierde sentido para los niños cuando éste no entiende su necesidad, por eso la explicación de los objetivos de cada ejercicio y cada gesto técnico o comportamiento táctico es fundamental para su motivación y asimilación. La división de los modelos motores complejos en partes reconocibles y valorables para los niños que entrenan y la revalorización de los objetivos motrices parciales y rudimentarios, respecto a objetivos motrices detallados y finos, son estrategias que podemos seguir (Fuentes, 2003).
extraído de www.efdeportes.com
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