viernes, 3 de agosto de 2007

El Abandono Deportivo I - La Pérdida de la Motivación y Propuestas de Intervención - Primera Parte

Introducción
El deporte en edad escolar siempre debe entenderse como una actividad formativa en sí, por su propia naturaleza, que busca la recreación, la salud física y mental, la integración social, y donde nadie queda excluido por limitaciones físicas o de sexo; sino que cada sujeto pueda encontrar su actividad idónea. No existe un solo tipo de práctica deportiva sino muchos tipos y están relacionadas con una diversidad enorme de contextos (Gil Moreno, 2002).
La sociedad actual tiene múltiples realidades, y por lo tanto el deporte en edad escolar se realiza atendiendo a una diversidad de entornos, propósitos y formas diferentes. Está totalmente inmerso en esta problemática, y niños y adolescentes practican el deporte no en un único ámbito determinado, sino en todos los contextos que la sociedad ofrece. En la actualidad hay dos grandes tendencias sobre la práctica del deporte en la edad escolar y que se orientan hacia finalidades muy bien diferenciadas como son la dimensión educativa del deporte y el desarrollo del rendimiento deportivo de individuos y grupos, y en ambas, la motivación tiene un papel determinante (Salguero, 2003).
Abandono: la pérdida de motivación
Abandono y motivación son dos conceptos estrechamente ligados, ya que el primero es a menudo consecuencia de la falta del segundo y, tal como afirma Cervelló (1996), el abandono es un indicador muy importante de la motivación en el deporte. En palabras de dicho autor, el abandono deportivo se puede conceptuar como aquella situación en la cual los sujetos han finalizado su compromiso explícito con una especialidad deportiva concreta.
Weiss y Chaumenton (1992) consideran que este fenómeno como un proceso continuo que abarca desde aquel grupo de individuos que se retira de un deporte particular pero pasan a practicar otro deporte o el mismo a diferente nivel de intensidad, hasta aquel grupo de sujetos que se retiran definitivamente del deporte, idea que se refuerza en los estudios de Gould y cols. (1982), Klint y Weiss (1986), o García Ferrando (1992). Según Petlichkoff y Gould (1988), el proceso de desgaste termina cuando un chico deja de participar en un programa deportivo organizado, pero es un error pensar que no lo van a retomar posteriormente. El abandono deportivo, según Trepode (2001), debe ser visto como un proceso que cambia gradualmente, que va de un deporte específico a un abandono general.
Los elevados niveles de abandono deportivo que se producen en la población son considerados por distintos autores (Gould y cols., 1982; Robinson y Carron, 1982; etc.) como un proceso normal de ensayo-error en la elección del deporte a practicar por cada niño. En esta misma dirección, Durand (1988) expone que es probable que la competencia entre las actividades que ofrece el mercado de entretenimiento influya sobre esta tendencia a "ensayar" sucesivamente varias especialidades, y a cambiar cada año de actividad, pero este conflicto de intereses no explica todos los abandonos que se producen, aunque sean un factor importante.
Son muchos los estudios realizados con el objeto de conocer cuáles son las causas más aducidas por los jóvenes para abandonar el deporte. La causa principal que alegan es que "tenían otras cosas que hacer" (Gould y cols., 1982; Lindner y cols., 1991, 1991; Snyder, 1996; Simon y Fernández, 1998; Trepode, 2001, Ruiz Juan y García Montes, 2002; Salguero y cols., 2003, 2003, etc.). Los niños raramente dejan el deporte por una razón específica, sino que confluyen varias, la anteriormente citada y otras como que "el entrenador no hace un buen trabajo" o "no se llevan bien con el mismo" (Snyder, 1996; Trépode, 2001, etc.) "tienen mucha presión para ganar" (Lindner y cols., 1991, 1991; Trepode, 2001; etc.) o una simple pérdida de interés por falta de juego, falta de resultados, falta de diversión (Gould y cols., 1982; Lindner y cols, 1991, 1991; Snyder 1996; Trepode, 2001; Salguero y cols., 2003, etc.).

Propuestas de intervención
Multitud de autores han comprobado el papel que desempeña el técnico, tanto en la motivación hacia la práctica como en el abandono prematuro de la actividad deportiva. Así, según Morilla (1994) y en relación a este tema, un porcentaje importante de jóvenes abandonan la práctica deportiva (al menos temporalmente) por conflictos con el entrenador, donde se incluyen los problemas surgidos entre padres y técnicos. Otros agentes sociales que intervienen en la relación del joven con el deporte son los que les rodean en su vida cotidiana, sus padres, sus amigos o iguales, y de forma más lejana las instituciones encargadas de la organización del deporte dirigido a este grupo de la población.
Teniendo en cuenta lo anterior y el hecho de que el deporte en edades tempranas ha de ir encaminado a la educación y al respeto de las características y necesidades de los jóvenes participantes, se plantea la necesidad de establecer una serie de indicaciones o recomendaciones para contrarrestar el abandono. Nuestra propuesta se basa tanto en aportaciones propias como en las ideas ya expuestas por autores diversos como Orlick (1974), Roca (1978, citado por Cruz, 1987), Cruz (1987), Smoll (1986), Coakley (1992), Gordillo (1992), Garcés de los Fayos (1993), Scanlan y Simons (1995), Snyder (1996), Martin (1997), Stratton (1999), Pulgarín (2000), Gil Moreno (2002), Tuero y Salguero (2001a, 2001b), Chan y cols. (2003), Salguero y cols. (2003a, 2003b), Chung y Lee (2003), Tejero (2003), Fuentes (2003) o Guillén (2004).
Siguiendo a Cruz (1987), podemos afirmar que este tipo de recomendaciones puede proporcionar, a los entrenadores y demás adultos que intervienen en el deporte para niños en nuestro país, estrategias de conducta para que instruyan, recompensen y, en definitiva, se comuniquen mejor con sus jóvenes deportistas, y así reducir en la medida de lo posible, el número de abandonos que se producen en estas edades. Pulgarín (2000) propone cuatro vías principales sobre las que se tiene que centrar el deporte para que este cumpla las funciones de formación en los jóvenes, y que de forma resumida serían las siguientes:
La generación de actividades motrices y lúdicas que puedan practicar todos los niños en edad escolar como complemento a la competición en uno u otro deporte.
Modificar las estructuras actuales del deporte escolar, con el cambio de reglamentos, favoreciendo la adaptación progresiva de niño al mundo del deporte competitivo sin descuidar su desarrollo evolutivo.
Para los jóvenes que se encuentran ya en programas de trabajo y competición más fuertes y competitivos, se hace necesaria una atención individualizada que permita que el sujeto no sufra las secuelas de la presión de este tipo de competiciones, efectos manipulativos, etc.
Dentro del ámbito educativo, la escolarización obligatoria hasta los dieciséis años, y la necesidad de obtener una titulación mínima que permita al individuo proseguir sus estudios o trabajar, obligan al sujeto en varias ocasiones a elegir entre continuar la práctica deportiva o finalizar sus estudios con éxito.


Extraído de : www.efdeportes.com

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