lunes, 26 de noviembre de 2007

La especificidad del trabajo del psicólogo del deporte



El trabajo del psicólogo del deporte consiste en aplicar estrategias y conocimientos de la psicología como ciencia al deporte en sus diferentes ámbitos de actuación. Cualquiera que entendiera el sentido de esta definición, podría deducir que ésta sería perfectamente aplicable a cualquier otro campo de la psicología, con el único cambio de “deporte” por el terreno al que se refiriese. Es decir, el trabajo del psicólogo consiste en aplicar sus conocimientos psicológicos en los diferentes campos de actuación. No obstante, existen particularidades importantes respecto al trabajo del psicólogo del deporte con el de otros aspectos de la psicología (como educación, recursos humanos, o clínica), aunque los conocimientos psicológicos sean aplicables a cualquiera de ellos.Este artículo pretende ser una reflexión personal sobre aspectos prácticos que pueden ser útiles para el trabajo del psicólogo del deporte en particular y el prestigio de la psicología del deporte en general. Son ideas que pretenden ser válidas y aplicadas para favorecer la función del Psicólogo Deportivo.

Saber decir “no” (y también saber decir “sí”).
En la vida de cualquier profesional se presentarán situaciones donde se debe elegir. Es posible que se ofrezcan opciones laborales en las que se brinde al psicólogo del deporte una “gran oportunidad” a la que aparentemente no se puede decir que no. Por ejemplo, puede ser que a un joven psicólogo sin apenas experiencia se le ofrezca la posibilidad de formar parte del cuerpo técnico de un equipo de un deporte colectivo profesional; o a otro se le pide que realice un trabajo (porque el equipo tiene mucha “ansiedad”) cuando no tiene tiempo real para ello y no está suficientemente definido el problema. Es decir, en ocasiones, ante una aparente gran oportunidad, se tiende a aceptarla cuando las condiciones no son las más adecuadas para poder realizar el trabajo del psicólogo del deporte, o bien no se tiene la suficiente experiencia, o no existe la posibilidad de poder realizar el trabajo que se le pide (por la falta de conocimiento de la función del psicólogo del deporte por parte de los responsables deportivos, por ejemplo). Son momentos en los que parece que no se puede rechazar esa gran oportunidad.
No obstante, la posibilidad de éxito del trabajo del psicólogo del deporte depende de cuán esté preparado para realizar su función, lo que se espera de él y de las posibilidades reales de poder hacer bien su trabajo. Es importante que el psicólogo del deporte atienda a estas cuestiones y sepa cuando aceptar, ajustar expectativas o reducir o ampliar su campo de actuación según las condiciones que se presenten.
De todo esto depende las posibilidades de acción futuras de este u otro profesional en este campo. Si los responsables consideran que ha realizado bien su trabajo, seguramente él u otro profesional tendrán más oportunidades laborales en este club o institución. No obstante, si se considera todo lo contrario (que el “psicólogo no vale para nada”, “esto lo puede hacer cualquiera”…), es muy posible que se haya cerrado una puerta para la psicología del deporte no sólo para este psicólogo, sino también para otros que vengan detrás.

Ajustar adecuadamente las expectativas.
Cuando un profesional empieza a trabajar en cualquier puesto de trabajo tiene que cumplir con unas expectativas que se formarán las personas que estén por encima de él o ella. Si un psicólogo del deporte sostiene que es capaz de, por ejemplo, hacer que un equipo mejorará a ciencia cierta en un aspecto concreto (como “estará más motivado”, “no nos marcarán más goles en los últimos minutos”, “aumentar el rendimiento deportivo”), la gente esperará que haga exactamente esto (o incluso más). Si realmente puede hacerlo, bien; pero si no, es la mejor manera de que el trabajo del psicólogo del deporte se valore de forma muy inadecuada. Es más, seguramente se pensará cosas como “el psicólogo no sirve para nada”, “ese trabajo lo puede hacer cualquiera”, y no se mantenga o cree una imagen totalmente desajustada del psicólogo del deporte. Además, no sólo sale dañada la imagen del psicólogo del deporte que ha realizado el trabajo, sino de la psicología del deporte en general; y es muy posible que se cierre una puerta y sea muy complicado que otro psicólogo del deporte pueda realizar un trabajo en ese sitio.

Mantener una imagen adecuada.
¿Cuál es la imagen que debe dar el psicólogo del deporte? Obviamente, la que le permita hacer mejor su trabajo como psicólogo del deporte. Y esto puede ser distinto según las ocasiones. No obstante, desde mi punto de vista, si el psicólogo del deporte forma parte del cuerpo técnico del club o institución, lo adecuado es que vaya igual (con la misma ropa y demás) a otro miembro del cuerpo técnico. También considero conveniente que mantenga una imagen externa cercana al deportista, aunque mostrando la seriedad necesaria en cada momento, teniendo siempre en cuenta la situación para adaptarse de la mejor manera a ella.
Además de la imagen externa, está la profesional que tiene que ver con la forma de trabajar del psicólogo del deporte. Respecto a esto, es conveniente que se comporte como un profesional de la psicología; es decir, que sea capaz de saber situarse en el lugar que le corresponda, sepa acercarse en los momentos adecuados, utilice la prudencia en su adecuada medida, consiga mantener el grado de confidencialidad, situarse en “segundo plano” sin buscar excesivo protagonismo… y que todo esto sea percibido por los deportistas, cuerpo técnico y demás responsables deportivos.

Formación adecuada y actuar en consecuencia.
El psicólogo del deporte tiene que estar preparado para el trabajo que va a tener que realizar; y ser sincero respecto a sus propias posibilidades. Por ejemplo, si un psicólogo del deporte va a trabajar con un deporte que no conoce, es más adecuado que sea honesto con los deportistas y les diga que el experto del deporte es el propio deportista, aunque el que sabe de psicología deportiva es el psicólogo (y esa es su especialidad). También puede ocurrir que se le presente un problema que no sea específicamente del campo del deporte pero sí de un trabajo más específico de otro campo de la psicología (por ejemplo, un problema emocional más profundo que precise de terapia específica). En esta ocasión, tal vez sea conveniente derivar a otro profesional que esté mejor cualificado para el problema en cuestión o bien permitir que un trabajo más específico lo realice alguien de fuera del cuerpo técnico (si esto se considera lo mejor para el funcionamiento particular y global de deportistas y club). Es decir, el psicólogo deportivo tiene que saber hasta dónde puede llegar en relación a sus conocimientos y posibilidades de acción, estar suficiente formado (actualmente hay varios cursos de especialización en psicología del deporte), tomar la decisión adecuada respecto a realizar un tipo de intervención o no y, si es preciso, delegar en otro profesional o marcar bien las directrices ajustando las expectativas.

Tolerancia a la frustración.
Las posibilidades de trabajo del psicólogo del deporte ahora mismo son complicadas y hay pocas en relación a otros profesionales. Además, existe el hándicap de que hay todavía hoy muchísima gente del deporte que no entiende la función o bien tiene una imagen muy equivocada del trabajo del psicólogo deportivo. Todo ello hace que exista, a veces, mucha dificultad para encontrar un sitio donde poder ejercer como profesional de la psicología del deporte y, además, las opciones de acción se vean limitadas por la escasa “cancha” que se permita por parte de los responsables deportivos.
Todo ello hace que el psicólogo del deporte se tenga que enfrentar constantemente a situaciones donde las cosas no le salgan como mejor desearía y los fracasos por encontrar un puesto de trabajo como por poder desarrollar su función se repitan en demasía. Por ello, debe estar preparado para sufrir varios reveses, fruto del escaso conocimiento y valoración del trabajo del psicólogo del deporte y de las pocas posibilidades de trabajo de este profesional.

Por David Peris Delcampo
(Vocal de APECVA y miembro de ACPE)

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