Los menonitas de la colonia La nueva Esperanza –alrededor de 1.300 habitantes– se dedican principalmente a la actividad agrícola. Su vida se rige por férreas tradiciones y el eje de su identidad pasa por la religión, llevando una existencia austera y disciplinada. No utilizan la luz eléctrica, tienen prohibido el alcohol y el tabaco y casi nadie en la colonia habla el español. El idioma que utilizan es un dialecto que combina alemán bajo con holandés.La comunidad cuenta con un gobierno propio cuya elección la realizan los hombres casados.
Por Santiago Senén González Periodista e Historiador



Otro rasgo distintivo de los menonitas es su gran disposición para el trabajo. Lo hacen desde que el sol sale hasta que se pone, y cuando el invierno acorta los días, se valen de la luz de los faroles temprano a la madrugada y al caer de la tarde. La única excepción es el día domingo, que es cuando van a la Iglesia a leer la Biblia y cantar himnos religiosos, para luego encontrarse con sus amigos. No creen ellos en el progreso como fin en sí mismo, por lo tanto sus decisiones productivas se basan en su sistema de valores y en sus creencias.Las principales actividades son la agricultura y el tambo, que complementan con tareas alternativas como ser industrias artesanales. En las granjas familiares se ven parcelas con cultivos de cereal y pasturas extensivas. Para trabajar la tierra utilizan viejos tractores con ruedas de hierro en vez de goma –dicen que es más económico–; tampoco tienen luces ni cabina de protección, en rechazo a la comodidad. Todos los colonos deben realizar tareas en el tambo o los cultivos de cereales y forraje. No es raro ver a niños de 8 o 9 años manejando un tractor. Las decisiones relacionadas con la
producción y el comercio recaen exclusivamente sobre los hombres. Las mujeres, por su parte, además del tambo y la huerta, se dedican a confeccionar la vestimenta, fabricar dulces, masas y panes, y a los quehaceres domésticos. La producción lechera dio lugar a la fabricación de quesos, no solo para consumo familiar, sino también para su venta a los visitantes –en su gran mayoría de pueblos vecinos que llegan a la colonia, además de crema de leche que es utilizada por una empresa de Villa María, Córdoba, para fabricar manteca. Esta producción es controlada por un analista bromatológico residente en Guatraché.Existen en la colonia, también, una ferretería y dos almacenes de ramos generales. Allí se proveen de elementos básicos para la vida cotidiana, incluidas frutas y verduras. No hay panaderías (los panes y las masas se fabrican en cada hogar) ni carnicerías. Las familias que habitan cada campo se encargan de tomar un
animal, matarlo, embolsarlo y distribuirlo en todo el campo.Los menonitas también fueron incorporando actividades alternativas. La producción de las industrias artesanales se comercializa tanto dentro como fuera de la colonia: carpintería, tapicería, talabartería, aperos, metalúrgica, y elementos para apicultura y silos, los cuales son muy requeridos en toda la región y el norte de la Patagonia, por su calidad y buen precio. También poseen instalaciones para la prestación de servicios relacionados a la actividad rural, como rectificadora, electricista, moledora y tornería. A los solos y únicos efectos de dichas actividades utilizan generadores de energía eléctrica.


A pesar de la voluntad de los habitantes de la Colonia de no mestizar sus tradiciones con la cultura que los rodea, no pueden evitar visitas de los jóvenes a Guatraché. Ello hace lógicamente que se despierte su curiosidad sobre todo por la música moderna la que a escondidas a veces escuchan. Mientras las autoridades de la Colonia aceptaron una reciente pero muy restringida apertura al turismo. Hoy la Colonia recibe a los viajeros que transitan el circuito turístico de Guatraché, lo que representa una fuente más de ingresos para los menonitas, quienes sin embargo imponen sus férreas condiciones: se puede visitar una vivienda, una huerta, la carpintería, las fábricas de silos y conversar con los miembros de la familia. Lo que está prohibido es filmar, sacar fotografías en el interior de la Iglesia y la escuela, y grabar conversaciones. Nuestra visita a la colonia La Nueva Esperanza se hizo a través de las gestiones de los matrimonios Pacheco y Nieto reconocidos vecinos de Guatraché que por sus actividades tienen frecuente contacto con los menonitas."
Más información: http://www.elarcadigital.com.ar/
Haber visitado la colonia, nos ha invadido de paz, realmente como vive
esta gente es increíble, y son felices a su manera. Claudia, nuestra guía, nos ha mostrado esta cara de la sociedad, la hemos bombardeado de preguntas todo el viaje; ella es una docente de alma e investigadora nata, aparte de ser muy simpática y agradable; juanto a ella conocimos la Iglesia, la quesería de Don Isaac, la carpintería de Juan y los bordados de su esposa María, la fábrica de silos y el almacén de ramos generales; realmente fué como hacer un viaje al pasado o estar en un set de filmación de la Familia Ingalls, casi, casi, me sentí Charles cuando me subí a un buggy. Dentro de las gracias totales que queríamos darles a todos los guatrachenses, Claudia es una más de las que nos ha marcado; por eso, por habernos dado parte de tu sabiduría, Gracias Claudia!.

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